Corría la década del '50 y Esteban -en bancarrota tras haber gastado todo su dinero en pagar la fianza que lo sacó de la prisión- se encontraba trapeando los pisos de una mugrosa cafetería norteamericana.
Pasaban los días y, mientras cientos de estadounidenses obesos disfrutaban de trozos de tocino frente a sus ojos, Esteban comenzó a trabar relación con los demás empleados del lugar, un grupo de muchachos negros que tenían como hobby cantar a capella.
Así fue que Esteban se sumó a ellos y decidieron aprovechar el tiempo que compartían lavando copas y barriendo el piso para elaborar canciones, todas cantadas a varias voces y cercanas al Rhythm&Blues.
Lo sorprendente es que la cafetería en la que estos muchachos trabajaban resultó ser contigua a otra propiedad importante en esta historia: Atlantic Records. Fue así que uno de sus altos ejecutivos (cuyas debilidades eran las mujeres y las hamburguesas con queso) los escuchó cantar en la cocina de la cafetería y fue cautivado instantáneamente.
Este fue solo el comienzo de la carrera de The Coasters, marcada por años de éxitos, con hits como "Yakety Yak", "Poison Ivy" o "Down in Mexico", aquella que Quentin Tarantino reutilizara para el lapdance cachondo de "Death Proof".
Sin embargo, y a pesar de ser el mentor principal de la banda, Esteban jamás pudo (por razones obvias) mostrarse como la cara visible de este grupo, integrado en su totalidad por cantantes negros. Si bien esta experiencia no le trajo a Esteban la fama que estaba persiguiendo desde hace años, sí le permitió consolidarse como uno de los altos ejecutivos de la disquera Atlantic Records, donde desarrolló la carrera que ya todos conocemos.
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